Crónicas OLC, 3: El proyecto piloto de ciencia ciudadana ¡Atrapa el Tigre! Crazy ideas… Successful ideas?


Aitana Oltra Codina

Noche oscura, hace calor, un zumbido en la oreja...de repente, todo pica. Te escondes bajo la sábana, pero te ahogas; te levantas, no lo encuentras, le juras odio eterno, pasas de él y te haces la dormida, pero allí vuelve otra vez...“¡maldito mosquito!”

Hay especies cariñosas, bellas, misteriosas... y también especies que odiamos. A veces pienso que en mi grupo de investigación somos afortunados, ya que estudiamos una de esas especies que tendría sección especial en el Lecturas: el mosquito tigre. Para los que tenéis la suerte de desconocerlo, os diré que ni es grande ni atigrado, sino pequeño y con rayas blancas sobre fondo negro. Más bien tendría que llamarse el mosquito mini-cebra; o mejor, en latín: Aedes albopictus. Un mosquito invasor, en expansión en España, de hábitats urbanos, agresivo y molesto donde los haya, de costumbres diurnas y de colofón, potencial portador de enfermedades.

A nuestro mosquito le encanta vivir en patios y balcones, por lo que su expansión es difícil de seguir y controlar. Así que, para conocer su distribución real y reducir las poblaciones es necesaria la colaboración ciudadana. Y no sólo eso, parece que los humanos también somos en parte culpables de su dispersión. Al mosquito le encanta pegarse viajecitos veraniegos, pues se sube de incógnito a los coches y allí se queda hasta que alguien abre la ventanilla en la siguiente ciudad...

Pues érase una vez, un grupo de investigación que modelaba la dispersión del mosquito tigre, gracias al soporte de una administración que tenía un montón de datos: tres años de seguimiento en la provincia de Gerona, con más de mil trampas muestreadas cada quince días. En paralelo funcionaba un estupendo  programa educativo en las escuelas de Girona que mostraba a los más jóvenes los secretos de estos animales y cómo combatirlos. Y pasó que, pues eso, sí... llegó la crisis: fin del monitoreo. Nuestro gozo en un pozo.

Todas estas cosas
Había una vez
Cuando yo soñaba
Un mundo al revés.

No os lo he contado, pero mi grupo de investigación es “rarillo”: estudiamos la ecología del movimiento. El boss, bajista, es un biólogo-de-bota que se las da de teórico. Tenemos a un pianista, ingeniero de algo, especialista en machine learning. También hay un batería neoyorquino, no tenemos claro si es biólogo, sociólogo o abogado, porque es como las tres cosas a la vez y nos tiene aún más confundidos pues últimamente desarrolla App’s. Y yo misma, ambientóloga de formación, pluridisciplinar de profesión. Con tanto personaje variopinto no fue difícil ingeniar un plan anti-crisis.

Nuestro plan consistió en juntar el hambre con las ganas de comer. Si necesitamos la implicación ciudadana para obtener datos y para ayudar a disminuir las poblaciones de mosquito tigre, si la ciencia se encuentra alejada de la sociedad, si estamos en crisis, si la gente está harta de nuestro mosquito, si existe un programa educativo genial, si desarrollamos App’s, si, si... ¿por qué no hacer ciencia ciudadana con los niños y el mosquito tigre de una manera innovadora y atractiva?

Así nació ¡Atrapa el Tigre!, un proyecto piloto de ciencia ciudadana en desarrollo, cofinanciado por la Fundación Española de Ciencia e Innovación (Fecyt). Nuestro objetivo es convertir a los niños del programa educativo del mosquito tigre en pequeños científicos e involucrarlos, junto a sus familias, en su seguimiento y control, a la vez que divulgar acciones cotidianas para disminuir su población. Para ello, contamos con cuatro elementos indispensables: 1) un taller educativo presencial, que divulga los aspectos básicos de la biología y ecología de la especie y su problemática; 2) una App, Tigatrapp, que geolocaliza avistamientos de mosquito tigre y recoge datos de movilidad, útiles para el estudio del papel del hombre como vector; 3) un mapa web, que recoge los avistamientos ciudadanos de mosquito tigre a tiempo real y los pone a disposición de la ciudadanía y 5) una página web, eje central y de interacción entre las familias y los científicos. Queremos que la ciudadanía se convierta en parte intrínseca de un proceso científico real, además de construir un sistema colectivo, abierto y participativo, expuesto a la reflexión.

¿Estado actual? En construcción. ¿Retos? Aún no teníamos claro eso de la participación ciudadana, que ya estamos haciendo participación científica. ¿Queremos ciencia en sociedad? Sí, pero despacito, con elementos cotidianos y cercanos, con herramientas atractivas y construyendo un know-how reutilizable. ¿Futuro? Nos gustaría, si el proyecto piloto funciona, abrirlo a toda la ciudadanía. También vosotros, divulgadores, científicos y al fin y al cabo, ciudadanos, formáis parte de nuestro pequeño gran experimento. ¿Nos ayudáis?

Para saber más…

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